Monday, May 29, 2006

la pared amarilla

Estoy sentado frente al equipo de música. La tarde resbala sobre el muro amarillo, afuera, por la ventana. Los rumores de la calle me llegan apagados, se mezclan con el ruido sordo de la heladera. El ruido. Es el dueño del espacio, se desliza entre los libros dispersos en el piso, espanta las pelusas caprichosas que habitan los rincones.

¿Pongo a Bowie? Mejor no. Mejor busco una voz que me acaricie la mejilla. ¿K D Lang? No podría soportarlo.

Mis dedos juegan con la tapa de plástico del compacto. La abren, la cierran. Cruje un poco, como si gimiera entre las manos blandas. La superficie, lisa, limpia, me tienta. Deslizo la yema de los dedos. Le paso la uña, quiero herirla. Pero resiste. Apenas queda empañada un segundo, luego vuelve a su brillo indolente, ignorándome.

Un perfume ajeno me sorprende. ¿Serán las plantas vecinas, curiosas? ¿Será su presencia? Cierro los ojos, su cabello arremolinado masajea mi cuello, su mano se apoya levemente en mi hombro. Siento el aliento de su piel blanda casi rozando el vello tímido de mi brazo. Mis labios quieren abrirse, como balbuceando algo impreciso.

No puedo recordar sus ojos. Hago un esfuerzo y se desvanecen, se deshacen en la mancha de humedad de la pared, que me mira desafiante, mientras disuelve los contornos borrosos de su recuerdo.

La heladera hace silencio. Sólo percibo el ruido acompasado de mi respiración, que me raspa, lenta, por adentro. Veo cómo sube mi pecho, apenas, debajo de la camisa. Las aletas de mi nariz se abren también, acompasadas. El reflejo del sol se hace más tenue en la pared amarilla. El tiempo se escapa en la sombra y no me muevo, porque siento que no puedo hacer nada por detenerlo. Porque arañé otras veces la pared rugosa y ya no quiero sangrar. Y no escucho ninguna música. No quiero que la voz espesa se cuele adentro mío y se deslice, lastimando, por los muros quietos de mi conciencia, como líquido pegajoso en un cuenco de madera. No quiero que me raspe la garganta como el vino barato que pruebo a veces, cuando estoy solo, cuando no la tengo a ella.

del taller 2005

Friday, May 26, 2006

fotos III


del taller 2005

Llueve. Se empaña el vidrio y se dibujan imágenes. ¿O son mis recuerdos, caprichosos y empañados, que vienen a confundirme?

Un pomo romo. Un bastón torneado que brillaba con la luz. Respaldo de silla. Cama. Espaldar. Volutas de madera. De humo. Espeso, el aire en la habitación. Y la luz se escapaba para dejarme solo, al lado de la muerte

Brillaba el marco de los anteojos, apretando el cristal grueso, casi blindado. Escondían el ojo muerto mientras las palabras se hacían eco de la comisura torcida. La piel colgaba de las palabras tediosas del profesor Roncoroni.

No puedo escuchar lo que dice, ella respira cadenciosa adentro de ese vestido amarillo.

Mis ojos son devorados por ese labio inferior, carnoso, afelpado, donde se refleja el último resto de humedad. Inmóvil, una mosca en la telaraña. Soy presa del escote de bordes negros que sostiene el amarillo del vestido. El ruido de la calefacción me sentencia. Tic, amenaza. Tac.

Tic, se vuelve a escuchar. Espero inmóvil. La crueldad se disfraza de inocencia. Ella no me mira. ¿De dónde llega ese perfume?

Huelo lluvias lejanas, tierra mojada, viento golpeando en la cara mientras corremos por el sendero, junto al arroyo. Hay que apurarse para llegar antes que la tormenta. Los álamos erguidos se sacuden rabiosos y los gotones empiezan a retumbar en las hojas frágiles.

El lápiz cae con estruendo de rocas. Estoy de nuevo en el salón frío del colegio, mientras la estufa se resiste a la presión con un tic-tac nervioso.

Peludo, pero mullido. Como esponjoso. Lo toco apenas y siento cosquillas en los dedos. Hundo el lápiz negro como si no supiera si es profundo. El lápiz se entierra y el abrigo se mueve. Mi madre gira el rostro, casi molesta, pero no dice nada. Miro la piel tersa de su cuello, tensada levemente y quiero tocarla. Me deja. Aprovecho el permiso que me da en esos ratos largos de la espera y el aburrimiento.

Tic. Tac.

Me gusta jugar con la piel de su cuello. Con el mechón que cuelga, indeciso, sobre la frente blanca. Morderle los labios suavemente, hasta que protesta y parece enojada. Acariciar los pliegues suaves y las curvas, como ignorando qué puede esconder una chica moderna. Me excita el gruñido que interrumpe, a veces, su silencio. Yo también la dejo.

Tuesday, May 23, 2006

de regalo: un consejo de Bolaño


Sobre el arte de escribir cuentos (por Roberto Bolaño)

Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos.

1. Nunca abordes los cuentos de uno en uno. Honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.

2.Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

3.Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.

4.Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

5.Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

6.Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

7.Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!

8.Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

9.La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

10.Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

11.Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.

12.Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

(Entre tantos lugares publicados, está en el Suplemento Radar de Página 12 del 24.08.2003)

Friday, May 19, 2006

vacío

Un hombre en la calle. El ritmo de los pasos retumba en las sienes. El cuerpo tiene una conexión secreta, como una soga que anuda los órganos... el estómago... la garganta irritada... la cabeza. La cabeza. Cómo duele.

El dolor se calma al caminar. Las vidrieras iluminadas, la ropa, los libros, forman una calesita que lo entretiene y lo abraza. Giran a su alrededor y lo distraen. Sus labios esbozan una sonrisa. Pero no sonríe. Deja que los ojos reboten de un escaparate a otro, a la calle y a las veredas con dibujos regulares. Los coches pasan cerca, pero se detienen, con respeto o con indiferencia, a su paso.

El sigue caminando.¿Qué lee en cada rostro que se cruza? Desliza la mirada por el mapa de piel, bocas y ojos. Se demora en algunos labios. Y se sobresalta con algunas miradas. ¿Qué busca en las sombras?

La ruta de cada noche simula una condena. No hay otro día, ni otro espacio, ni otra sensación. Es el dolor o el tedio. El sueño que se instala para liberarlo del día. Pero se vuelve a encontrar, otra vez, repitiendo el rito. Hueco. Sin saber si está vivo.

Sunday, May 14, 2006

preguntas uno

preguntas para la oscuridad

¿cuál es la metáfora que cuelga de tu balcón
cuando la poesía ha desertado?
una enredadera muerta
un gajo de malvón de invierno

¿habrás descubierto cómo te miro?
porque no es mirar como quien hojea una revista
o se detiene temblando ante la oscuridad

¿sabrás que disolvés mi certeza?
¿que desbaratás mi aplomo?

¿estás segura cuando recostás tu espalda
en el asiento mullido
mientras un escalofrío me asalta?
sólo puedo confiar
en la fiebre que no cesa

¿qué murmuran tus ojos,
enfrentados al pavor de los míos
cuando muestro mis cartas
que no me ayudan
y pretendo ocultar el rubor
que no sé de dónde sale?

¿qué murmurás en tus sueños?
me desvelo jugando con tu imagen
que se disuelve en el ahogo de la madrugada
la soledad de las luces lejanas
se cuelga en la pared de mi cuarto a oscuras
¿cuál es el signo
que deletrea tu lengua en mis pesadillas?



preguntas para el subte


los niños juegan a juegos de adultos
no son ellos mismos
¿dónde quedaron los gestos
que ocultaban mi fastidio?

¿por qué lleva prisa la mujer de cabellos rubios?
¿qué la conmueve
al llegar a su casa?
¿qué espejo?
¿qué ilusiones?


¿quién se demora en su corazón
cuando la tarde se pierde?
¿adónde va?

¿qué placer siente ese chico
cuando lacera su piel?
¿qué busca?
¿qué nombre pondrá en su puerta?
¿su lápida?

¿qué luna admirará en silencio mi búsqueda
y cerrará los ojos
piadosa
cuando diga basta?

¿qué pensará esa mujer
cuando siente
que danza su cabello
que brilla su falda
por la calle agobiante
bajo el sol de febrero?
¿qué rubor ocultará
frente a un golpe de viento
ante la mirada quieta?

¿será vanidad la que arrastra al poeta?

detrás de la cadencia
placeres cotidianos
eco
de soledad

Tuesday, May 09, 2006

tiempos

I

una pregunta taladra su cabeza
todo el día
como una mosca

¿me querés?
¿cuánto?

nadie responde
un viento despeina los árboles


II

un hombre sentado
en una habitación azul
mira el cuadrado de la ventana
por donde se escapa
el último resplandor

III

una cama vacía
a lo lejos
el sol ilumina
los hogares de los otros

Sunday, May 07, 2006

prostituite

"uno"
alquilá el prefume intenso de tu vagina
vendé tu semen
el que desborda a borbotones
más aún
transá
con el filo de tu mentón suave
con el rasgo que te distingue
la piel
que despierta ternura
la caricia
temblando deseo

evitá el dinero
cambialo por seguridad
por presentes
por días felices

"dos"
vendé tus principios
mejor
disfrazá tus ideas de justicia
ignorá a los miserables
fingí
que te interesan realmente
adormecé la conciencia

cambiala
por seguridad
por presentes
por días
"felices"

prostituite

nota: uno y dos
no siempre son compatibles

hoy


es de madrugada y empiezo a entender qué quiero de este blog: me propongo enhebrar palabras, tomar nota de algunas impresiones, atrapar algunos momentos como si los estuviera filmando; me propongo cosechar algunos fragmentos, como brújulas, recolectando algunos materiales pequeños de poetas y escritores, tal vez de algún juglar contemporáneo... quizás le sirva a otros navegantes que recalen en este puerto inquieto y sencillo... ¡sean bienvenidos, entonces!

Saturday, May 06, 2006

inventario

las manos pálidas - el rostro bronceado - la mirada que esquiva - un saco gastado y gris - un cepillo de dientes - el silencio - un silbido que se escucha a lo lejos - una boca reseca - las mandíbulas apretadas - los anteojos apoyados en el escritorio - la respiración - que se acaba - la boca abierta - fin

Thursday, May 04, 2006

sólo para mí



empiezo
estoy solo
evito, de un manotazo, las imágenes de tv, el ruido de la ciudad,
la tensión que se insinúa en la espalda

¿puedo escribir? ¿servirá para atravesar el desierto? ¿habrá alguien allí?
¿alguien, alguna vez, puede salvarse?
respiro
invoco
quirón
tal vez haya forma de redimirse