walter cassara
densa y precisa, rozando la piel y las neuronas, la poesía de walter, su exigencia, desborda una rara belleza, lo cito en su último libro:
Toda la noche, tus ojos abiertos
son dos antorchas severas
que guardan mi morir. Antorchas,
segures: tu dolor no perdona
y se hace uno con mi cuerpo.
Puedo sentirlo, palparlo en mis entrañas.
Vengo de tu dolor y hacia él me vuelvo,
cada vez más liviano, cada vez más niño.